En finanzas, la volatilidad puede definirse estadísticamente como la dispersión observada en los datos de retorno de una inversión, medida generalmente en desvíos estándar, aunque pueden utilizarse otro tipo de medidas (beta, retornos logarítmicos, etc). Dicho coloquialmente, la volatilidad es una representación de cuán agudamente los precios de un activo se mueven al alza o a la baja.
Es importante destacar que la volatilidad no mide la direccionalidad de los precios, solo la dispersión de los mismos. Esto es porque al momento de calcular el desvío estándar (variación medible respecto a una media) se utiliza la raíz cuadrada de la varianza para obtener resultados siempre positivos.
La volatilidad y los mercados
Si bien no hay una definición formal, podemos hablar de un “mercado volátil” cuando los índices observados tienen movimientos diarios superiores al 1% (en cualquier dirección) durante un período de tiempo sostenido.
El efecto de la volatilidad tanto en los índices como en los activos individuales tiene efectos y consecuencias para los inversores, siendo algunas de las mismas:
Oportunidades de entrada o salida en ciertos activos, ofreciendo métricas asimétricas de riesgo/retorno
Cuanto más elevada la volatilidad, más difícil resulta no preocuparse por la inversión (ansiedad por pérdidas/ganancias no realizadas)
Realización de una gran pérdida o ganancia que puede afectar permanentemente el rendimiento de un portfolio
Afecta directamente al precio de las opciones, siendo la volatilidad un input clave en varios modelos matemáticos utilizados para el cálculo de precios de las mismas.
La volatilidad es completamente normal en las inversiones a largo plazo, y es de esperar que se experimenten varios períodos de altas dispersiones en los precios.
Cuando los inversores comprenden lo qué es la volatilidad, pero sobre todo cuando ya la han experimentado, tienden a sentirse más tranquilos y confían en aprovechar las oportunidades asimétricas que los períodos de volatilidad elevada brindan.
En conclusión
La forma en la cual los inversores responden a la volatilidad, puede tener enorme impacto a largo plazo en los portfolios. Si bien se tiende a pensar en los riesgos de la volatilidad durante mercados bajistas, el impacto patrimonial de la misma en mercados alcistas puede ser igual o incluso mayor.
Por esto mismo es relevante que nuestros inversores comprendan que la volatilidad es inherentemente neutral (no es “positiva” ni “negativa” en sí misma). La mejor forma de morigerar los impactos patrimoniales de la alta volatilidad, es intentar ver más allá de la euforia o la desazón provocada por los grandes movimientos.
Los mercados volátiles crean grandes oportunidades para quienes saben aprovecharlas, sea por comprar algo a un precio mucho menor que hasta hace poco tiempo (de aquí la importancia de la liquidez en cuenta), o por vender un activo luego de un gran salto, lo que permitirá realocar el capital en opciones más atractivas.
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